CRÍTICA. El espectáculo audiovisual ‘1812. Vive la Pepa’ narra una figurada disputa de amor por una gitana (María José Franco) entre dos oficiales, español y francés, contendientes también en el campo de la batalla que transcurre en los tiempos de la ocupación Napoleónica debido al sitio de Cádiz.
El desarrollo de la historia de amor es paralelo al de la primera Constitución en suelo español, que finaliza con la liberación de la ciudad y la proclamación “¡Viva La Pepa!”. El feliz desenlace coincide también con el perdón que concede el oficial español (Miguel Ángel Corbacho) a su contrincante francés (Ximo Llorens) justo en el paredón de fusilamiento para dejarle marchar libre con su amada.
Con esta historia, representada en el Gran Teatro Falla los pasados 28 y 29 de diciembre, el pianista Manolo Carrasco traza un recorrido musical que transporta a los espectadores al Cádiz histórico del bienio 1810-1812, cuando se produjo la hazaña épica de la resistencia a las tropas francesas en la guerra contra Napoleón y la puesta en marcha del proceso que dio vida a la Constitución de las Cortes de Cádiz. El desarrollo del espectáculo se realiza en dos partes, casi simétricas, en las que se divide el número de composiciones creadas al efecto. En la primera de ellas, con la inclusión de la habanera ‘Vente conmigo’, obra de Julio Pardo, ficticio presidente de las Cortes gaditanas en el escenario. Pardo es el narrador omnipresente de la historia, que abre con la convocatoria a Cortes de los diputados, encarnados por miembros de su coro, y cierra con la proclama a la libertad de la Constitución de 1812. Cada composición musical de ‘Vive La Pepa’ da pie a una escena diferente, felizmente ambientada con una impresionante proyección panorámica sobre telones de fondo.
La contraposición histórica y sentimental se acentúa también con el contraste de estilos artísticos, representado por la danza clásica de los franceses frente al estilo propio de la danza española y del baile flamenco encarnados por el oficial español y la gitana, respectivamente. Las composiciones tienen ambiente y aires de Cádiz, con el ritmo de tres por cuatro dominando a los cuatro vientos. No obstante, en el espectáculo destaca el impacto visual sobre el musical, en el cual raramente Manolo Carrasco asume protagonismo en solitario, aunque su toque es el hilo conductor entre todas las composiciones. En la mayoría de sus creaciones se hace acompañar por el violín, además de las habituales guitarra y percusión, una novedad estilística en la trayectoria compositiva del compositor gaditano. A mi gusto, se aprecia mejor su trabajo como pianista cuando se inclina al tacto suave de las teclas que en la marcación enfática de las melodías rítmicas y de baile.
La variación y contraste de ambientes y situaciones, la alegría de los bailes corales, los cambios de textura musical, el colorido y la magnificencia de sus decorados convierten ‘Vive La Pepa’ en un entretenimiento singular y atrayente que seduce por el barroquismo y abigarramiento con los que se viste la sencillez de la narración. La secuencia inicial ‘Puerto de Cádiz’ con tomas reales del Juan Sebastián Elcano como telón de fondo apabulla por su realismo y espectacularidad, así como la belleza y esplendor del improvisado salón del Reino, exhibido hacia la mitad de la función, que deslumbra al espectador.
El público, plenamente identificado con la obra a partir de los continuos guiños de la producción a la ciudad de Cádiz, despidió el último acto del Bicentenario con la misma generosidad y calor con que se ha manifestado a lo largo del año 2012, que perdurará en la memoria de todos.
Fuente: DIARIO Bahía de Cádiz
